viernes, 30 de diciembre de 2016

El consumismo navideño

Comienzan las vacaciones de invierno y con ello llega lo que para muchos es la mejor etapa del año, la Navidad: una época entrañable para disfrutar de la familia y los amigos y desconectar de la fatigosa rutina que nos acompaña durante el resto del año. 
A menudo en estas fechas tan señaladas, es normal hacer regalos a las personas que nos rodean como muestra de agradecimiento por lo que nos aportan a lo largo del año, pero con el paso del tiempo, este detalle se ha ido convirtiendo en casi una obligación, hasta el punto de que a día de hoy es impensable la Navidad sin ir de compras.


A pesar de que la situación de España (económicamente hablando) ha mejorado en este último año, muchas familias siguen teniendo unas condiciones precarias, pero incluso así, hacen esfuerzos inmensos por conseguir dinero para sus regalos; de hecho, en Internet podemos encontrar diversas páginas que ofrecen microcréditos sólo para pagar los regalos de navidad. Es decir, hay muchas familias en España (y en todo los países que celebran la Navidad de igual manera) que gastan un dinero que no tienen simplemente porque se ven obligados a regalar. 



Durante el resto del año los consumidores solemos quejarnos de los precios que nos parecen desconsiderados, aunque sean gastos necesarios, pero es llegar Diciembre, y parece que asumimos que hay que gastar ("total, para una vez al año"). Una vez concienciados de que hay que derrochar porque sí, salimos a la calle dispuestos a comprar regalos para todos a pesar de que en estas fechas muchas compañías suben el precio de sus productos ya que son conscientes de que la gente NECESITA comprarlos. Y he aquí las grandes beneficiadas de esta "nueva navidad" basada en el consumismo (como cada vez más y más fiestas que celebramos a lo largo del año): las empresas.


Prácticamente desde que comienza el mes de Diciembre (e incluso antes) ya comienza en la televisión y en los distintos medios un bombardeo increíble de publicidad que afecta directamente a los más pequeños de cada casa, los niños. Una vez toman la cabeza de los más pequeños, el resto del trabajo se hace sólo, nada más hay que dejar que pase el tiempo para que conforme se vayan aproximando las fechas más señaladas hayan colas y colas en las tiendas más cercanas de su hogar. Y es que es tal la presión que ejercen los niños a sus padres e incluso entre ellos mismos, que cada vez es más común ver a críos compitiendo por quién ver tiene más y mejores regalos, como si la totalidad de su felicidad dependiera de ello. Es tal la presión que cada año miles y miles de madres y padres ceden a la obligación impuesta de la compra de regalos de navidad dando lugar al ya típico gasto desenfrenado que se realiza en estas fiestas y que según parece, cada vez va a peor


Es triste, pero hoy en día no se concibe entre los pequeños el jugar sin juguetes y esto, sumado a la cada vez mayor difusión de las nuevas tecnologías entre los más jóvenes, hace que se olviden de lo más importante: lo mejor de la navidad no se puede comprar.



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